viernes, 31 de julio de 2009

Granada: Testimonio de los Dos Ríos

GRANADA
Testimonio de los dos ríos
La Fuente de Las Granadas, colocada hace dos años al inicio del Paseo del Salón, es el prototipo actualizado de la simbología en nuestra ciudad
TEXTO: TITO ORTIZ FOTOS: SILVIA DE LUQUE



Detalles de la Fuente De las Granadas y Pilar situado en el barrio del Realejo.



El pilar de la Cuesta del Realejo representa a todos sus hermanos con gallardía


Un jardín romántico como el que rodea la biblioteca pública junto al Genil, quedó en su día rematado, no sólo por la hermosa y profusa frondosidad de sus especies vegetales circundantes, sino por esa contemporánea fuente cercana a la puerta de acceso, cuyo trazado acorde con los tiempos, permite dar esplendor al entorno, que los paseantes disfrutan descansando en sus cómodos bancos, entornando los ojos para intentar ver con claridad, sobre el mástil central, a modo de camafeo en pedestal, a través de una cortina de agua, la efigie de la poeta más preclara granatensis, aquella de los tilos y las rosas amarillas, nuestra querida Elena Martín Vivaldi eternamente en el recuerdo.
La música de su agua en celestial chisporroteo, es el bajo continuo sobre el que sustentar la escucha de sus versos. Y todo eso lo hace posible, una fuente a su memoria, una fuente a la puerta de donde descansan sus libros, una fuente rapsoda y declamante, que junto al puente primigenio del río que parte Granada en dos, permite en el atardecer del alma, comenzar a subir los peldaños de su 'Escalera de Luna'.
«Como un agua que llega hasta la mano, sedienta de esperanza, y la delicia de su frescura por la sangre inicia, y calma el corazón. Así, lejano, en brisas de nostalgias florecido, el ala de un recuerdo, silencioso, ha rozado mi alma, y, suavemente, desde el umbral oscuro del olvido, un sueño, de su noche, milagroso, llega claro a mi sed con voz ausente».
Las Granadas
Hace poco más de dos años, el lugar que siglos atrás ocupó la fuente de 'Los Gigantones', que hoy podemos ver en la plaza de Bibarrambla, que después sirvió de asentamiento, para el monumento a Colón y la reina católica, actualmente, sobre los cimientos del antiguo edificio de Correos y Telégrafos, que más tarde acogió la fuente moderna, que hoy está refugiada al comienzo del Real Camino de Los Neveros, pues ese preciso lugar histórico, ese comienzo del paseo del Salón, que vio como llegaba la electricidad a Granada, en magna inauguración nocturna de modernas farolas que jubilaban a las de gas, vio como le crecía una ninfa de más de once metros, con vocación de perpetuidad. En noche de músicas y fuegos artificiales, la ciudad se asombró con la novísima fuente de 'Las Granadas', emblema municipal de nuestros tiempos. Un regalo a los granadinos de la empresa municipal de aguas (Emasagra), y que la mano docta de su autor, Ramiro Megías, ha permitido llenar de rica simbología monumento tan principal. En esta fuente de moderna factura, como corresponde a sus tiempos, se contienen testimonios de los dos ríos de Granada, aunque en esto tengo que decir, que todo el mundo se olvida siempre del Béiro. Éste bronce en honor y gloria al fruto que personifica la ciudad, posee cuatro tazas y un centenar de surtidores, con acertada iluminación, para el manejo de cincuenta y seis metros cúbicos de agua, y una envergadura de quince metros de diámetro. La dotan de acertados efectos, sobre todo de noche, sus sesenta y ocho caños parabólicos, y sus casi doscientos proyectores de luz, dieciséis de ellos, dicroicos. Es por lo tanto sin duda, el mejor y más actualizado exponente de lo que se debe entender como fuente que identifica dentro y fuera a una ciudad, la nuestra, nuestra Granada.
Pilar del Realejo
Esta singular y bella cuesta del Realejo, que enlaza el viejo barrio judío con el recinto alhambreño, y por la que tantas veces bajó desde su convento de Los Mártires, San Juan de La Cruz, para oficiarles misa e impartir los sacramentos, a sus monjitas carmelitas descalzas, frente a capitanía, siempre estuvo exornada a su inicio, por este magnífico pilar ejemplarizante, para todos los de su gremio.
Eficaz saciador de la sed y otras necesidades de los greñúos, pintado por los pinceles más representativos de éste y otros siglos, fotografiado por propios y visitantes, éste escanciador bellísimo del líquido elemento, forma parte inseparable del noble y añejo barrio del Realejo, blasonado por los apellidos más preclaros de la reconquista, y fuente inagotable de inspiración para toda clase de artistas. Labrado con suntuosidad, pero sin recargas estéticas que lo abarraquen, tiene porte de alta alcurnia, sin llegar a distanciarse de su verdadera función social, dar de beber al sediento, y servir de puerta de acceso, al monumento más visitado de España.

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