CULTURA
Onetti, cien años
Galaxia Gutenberg celebra el centenario del autor uruguayo publicando el tercer tomo de sus obras completas, con cuentos y textos periodísticos
IDEAL
MADUREZ. Juan Carlos Onetti, con su cigarrillo en la mano.
Este tercer volumenes una manera perfecta de entrar en su obra con buen pie
Pablo Martínez Zarracina «Onetti fue el primer novelista de lengua española moderno, el primero en romper con las técnicas ya agotadas del realismo naturalista, el primero en utilizar un lenguaje propio, elaborado a partir de un lenguaje de la calle, que construía historias utilizando técnicas de vanguardia como el monólogo interior, las mudas de narrador, los juegos con el tiempo».Quien habla es Mario Vargas Llosa y frente a él se forma una imagen de humo: la de un hombre de mirada anfibia y porte escéptico que fuma y bebe whisky tumbado en una cama, ajeno a su propia fama, rodeado de novelas policiacas y custodiado por las fotos de sus autores favoritos: Raymond Chandler y William Faulkner.El encamado es Juan Carlos Onetti y este mes de julio (el pasado día 1) su fantasma ha cumplido cien años. Si tenemos en cuenta que el lema que el autor uruguayo escogió para sí mismo en un cuestionario Proust fue «que me dejen en paz», es probable que la efeméride no fuese especialmente de su gusto. Aún así, estos días se suceden los homenajes a ambos lados del Atlántico. Conferencias, reediciones, exposiciones, ensayos y números especiales de revistas literarias, devuelven a la actualidad a un escritor heterodoxo y solitario que debemos situar como antecedente y maestro de la generación del boom de los sesenta.Entre los empeños editoriales a favor de la figura de Onetti hay que destacar la edición de las obras completas del uruguayo a cargo de Galaxia Gutenberg. Tras los dos tomos dedicados a las novelas, aparece ahora un tercero que recoge los cuentos completos del autor y una apasionante miscelánea en la que caben sus artículos de prensa, algunas entrevistas y reportajes, autorretratos, prólogos, el discurso de aceptación del Cervantes y algunos otros textos de difícil clasificación, como los dos únicos poemas que escribió en toda su vida.Si Onetti fue un novelista complejo y poco complaciente, fue también un cuentista excepcional y un hombre de una ironía arrasadora. Esto hace que este tercer volumen de sus obras completas sea una manera perfecta de entrar en su obra con buen pie, un modo de ir familiarizándose con el peculiar pensamiento del autor. Entre sus cuentos aguardan auténticas joyas, como los conocidos &lsquoEl infierno tan temido&rsquo o &lsquoUn sueño realizado&rsquo: dos relatos que tienen un lugar en cualquier antología del género.En las distancias cortas, Onetti es un narrador de rara contundencia. La desolación y la extraña poesía de sus novelas aparece en sus cuentos de un modo más desnudo y directo. Los protagonistas de sus relatos son antihéroes atrapados en callejones sin salida de naturaleza existencial. La soledad, la melancolía, la angustia, la incomunicación: esas son las paredes que retienen a los personajes de Onetti, antihéroes que sin embargo suelen ser capaces de encontrar breves salidas a su encierro, pequeños destellos epifánicos que muchas veces tienen que ver con el sueño o la memoria.Aunque entre sus cuentos hay piezas magistrales, quizá lo más sorprendente de este tercer volumen de las obras completas de Onetti sean los textos periodísticos y la miscelánea. En ellos aparece el Onetti más agudo y humorístico, un hombre de mirada irónica y frase rápida excepcionalmente dotado para el epigrama demoledor. «¿Cómo escribe?», le pregunta María Esther Galio en una entrevista de 1965. «Estupendamente», contesta Onetti. «Conteste con seriedad», le recrimina la entrevistadora. «Sí, señora. No entendí la pregunta», contraataca el escritor. Toda la entrevista es un apabullante combate de ingenio. María Esther Galio: «¿Pertenece a la generación del 45, el señor Onetti?». Onetti: «De ninguna manera. Yo pertenezco por mi edad, mi filosofía y mi estilo, a la generación del 44».Una casa para escribir En 1980 a Onetti le entrevista Eduardo Galeano en su casa de Madrid. El escritor acaba de ganar el Cervantes y le recibe en la cama. Galeano le pregunta qué va a hacer con el dinero del premio. «Yo quiero una casa con jardín y perro. Me han dicho que los escritores laureados tenemos derecho», contesta Onetti. «¿Para tomar el aire?», le pregunta Galeano. «Estás loco», contesta Onetti. «Para quedarme adentro, escribiendo». Durante el encuentro Onetti no deja de beber vino y fumar y al final se siente mareado. «No caminas. Eso te pasa por vivir acostado», le reprende Galeano. «Si camino es peor», se justifica Onetti. «Ya lo probé. Una vez».El oficio de inventar Ante la evidencia del talento epigramático de Onetti, los editores de estas obras completas incluyen unas páginas en las que ordenan fragmentos y aforismos del autor que llegan a componer un autorretrato y una especie de poética que no tiende desperdicio «La literatura nunca debe ser &lsquocomprometida&rsquo. Simplemente debe ser buena literatura. La mía sólo está comprometida conmigo mismo. Que no me guste que exista la pobreza es un problema aparte».Onetti fue un lector compulsivo. Sus referentes son Faulkner, Joyce, Cervantes, Hemingway, Céline. Además, fue un autor comprometido al máximo con su obra. Preguntado por si seguiría escribiendo si estuviese solo en una isla desierta, el uruguayo afirma que sí, sin lugar a dudas. Si no tuviese lápiz y papel, se dedicaría al menos a inventar historias para sí mismo. Esa pasión por la creación literaria le lleva a reflexionar sobre su trabajo con seriedad, pero sin adornos teóricos. La suya es la pasión humilde del artesano. En los ochenta escribió unas normas sobre el arte de escribir que quizá debieran colgarse en las puertas de los talleres literarios. Uno: «No busquen ser originales. El ser distinto es inevitable cuando uno no se preocupa por serlo». Dos: «No intenten deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Éste sólo se asusta cuando le amenazan el bolsillo». Tres: «No traten de complicar al lector ni buscar ni reclamar su ayuda». Cuatro: «No escriban jamás pensando en la crítica, en los amigos o parientes, en la dulce novia o esposa. Ni siquiera en el lector hipotético». Cinco: «No sacrifiquen la sinceridad a nada. Ni a la política ni al triunfo. Escribir siempre para ese otro, silencioso e implacable, que llevamos dentro y no es posible engañar».Colaborador en prensa La mayor parte de este tercer tomo de las obras completas de Juan Carlos Onetti está dedicado a la recopilación de todos sus trabajos periodísticos. Es la primera vez que se reúnen en volumen y constituirán un descubrimiento para el lector que no llegase a seguir en su día la pista del uruguayo por periódicos y semanarios.Para Onetti el periodismo fue un oficio al que había que mantener «lealtad». Él lo hizo. Sus artículos abordan temas de actualidad y, sobre todo, asuntos literarios. En ellos aparecen el &lsquoChe&rsquo Guevara y Marilyn Monroe, Mario Benedetti y Nabokov, Montevideo, México y Madrid. En la muerte de William Faulkner, Benedetti escribe un obituario en el que se sorprende de que, tras semejante suceso, el mundo siga girando con normalidad.Sus escritores españoles En su exilio madrileño Onetti mira con otros ojos la realidad española y parece sentirse cómodo en el país. Madrid le parece una ciudad tan hermosa como París, pero con mayor riqueza humana. Aunque sus opiniones no son del todo objetivas: «Todo esto lo dice quien sólo tiene motivos para dar las gracias a España, que me dio becas y el más importante de sus premios literarios». En sus años españoles también está atento a lo que escriben sus colegas peninsulares. Onetti elogia a Luis Rosales y a Umbral y a unos jóvenes llamados Julio Llamazares y Antonio Muñoz Molina. Entre los sudamericanos, dedica grandes artículos a Rulfo, Horacio Quiroga, Roa Bastos o Borges, a quien trató.Los artículos de Onetti se distinguen por su dicción, siempre alejada del barroquismo, y por una mirada suavemente escéptica. A veces, el autor se muestra combativo, especialmente en asuntos que tienen que ver con la política, aunque su tono natural tiende más a la melancolía.
Onetti, cien años
Galaxia Gutenberg celebra el centenario del autor uruguayo publicando el tercer tomo de sus obras completas, con cuentos y textos periodísticos
IDEAL
MADUREZ. Juan Carlos Onetti, con su cigarrillo en la mano.
Este tercer volumenes una manera perfecta de entrar en su obra con buen pie
Pablo Martínez Zarracina «Onetti fue el primer novelista de lengua española moderno, el primero en romper con las técnicas ya agotadas del realismo naturalista, el primero en utilizar un lenguaje propio, elaborado a partir de un lenguaje de la calle, que construía historias utilizando técnicas de vanguardia como el monólogo interior, las mudas de narrador, los juegos con el tiempo».Quien habla es Mario Vargas Llosa y frente a él se forma una imagen de humo: la de un hombre de mirada anfibia y porte escéptico que fuma y bebe whisky tumbado en una cama, ajeno a su propia fama, rodeado de novelas policiacas y custodiado por las fotos de sus autores favoritos: Raymond Chandler y William Faulkner.El encamado es Juan Carlos Onetti y este mes de julio (el pasado día 1) su fantasma ha cumplido cien años. Si tenemos en cuenta que el lema que el autor uruguayo escogió para sí mismo en un cuestionario Proust fue «que me dejen en paz», es probable que la efeméride no fuese especialmente de su gusto. Aún así, estos días se suceden los homenajes a ambos lados del Atlántico. Conferencias, reediciones, exposiciones, ensayos y números especiales de revistas literarias, devuelven a la actualidad a un escritor heterodoxo y solitario que debemos situar como antecedente y maestro de la generación del boom de los sesenta.Entre los empeños editoriales a favor de la figura de Onetti hay que destacar la edición de las obras completas del uruguayo a cargo de Galaxia Gutenberg. Tras los dos tomos dedicados a las novelas, aparece ahora un tercero que recoge los cuentos completos del autor y una apasionante miscelánea en la que caben sus artículos de prensa, algunas entrevistas y reportajes, autorretratos, prólogos, el discurso de aceptación del Cervantes y algunos otros textos de difícil clasificación, como los dos únicos poemas que escribió en toda su vida.Si Onetti fue un novelista complejo y poco complaciente, fue también un cuentista excepcional y un hombre de una ironía arrasadora. Esto hace que este tercer volumen de sus obras completas sea una manera perfecta de entrar en su obra con buen pie, un modo de ir familiarizándose con el peculiar pensamiento del autor. Entre sus cuentos aguardan auténticas joyas, como los conocidos &lsquoEl infierno tan temido&rsquo o &lsquoUn sueño realizado&rsquo: dos relatos que tienen un lugar en cualquier antología del género.En las distancias cortas, Onetti es un narrador de rara contundencia. La desolación y la extraña poesía de sus novelas aparece en sus cuentos de un modo más desnudo y directo. Los protagonistas de sus relatos son antihéroes atrapados en callejones sin salida de naturaleza existencial. La soledad, la melancolía, la angustia, la incomunicación: esas son las paredes que retienen a los personajes de Onetti, antihéroes que sin embargo suelen ser capaces de encontrar breves salidas a su encierro, pequeños destellos epifánicos que muchas veces tienen que ver con el sueño o la memoria.Aunque entre sus cuentos hay piezas magistrales, quizá lo más sorprendente de este tercer volumen de las obras completas de Onetti sean los textos periodísticos y la miscelánea. En ellos aparece el Onetti más agudo y humorístico, un hombre de mirada irónica y frase rápida excepcionalmente dotado para el epigrama demoledor. «¿Cómo escribe?», le pregunta María Esther Galio en una entrevista de 1965. «Estupendamente», contesta Onetti. «Conteste con seriedad», le recrimina la entrevistadora. «Sí, señora. No entendí la pregunta», contraataca el escritor. Toda la entrevista es un apabullante combate de ingenio. María Esther Galio: «¿Pertenece a la generación del 45, el señor Onetti?». Onetti: «De ninguna manera. Yo pertenezco por mi edad, mi filosofía y mi estilo, a la generación del 44».Una casa para escribir En 1980 a Onetti le entrevista Eduardo Galeano en su casa de Madrid. El escritor acaba de ganar el Cervantes y le recibe en la cama. Galeano le pregunta qué va a hacer con el dinero del premio. «Yo quiero una casa con jardín y perro. Me han dicho que los escritores laureados tenemos derecho», contesta Onetti. «¿Para tomar el aire?», le pregunta Galeano. «Estás loco», contesta Onetti. «Para quedarme adentro, escribiendo». Durante el encuentro Onetti no deja de beber vino y fumar y al final se siente mareado. «No caminas. Eso te pasa por vivir acostado», le reprende Galeano. «Si camino es peor», se justifica Onetti. «Ya lo probé. Una vez».El oficio de inventar Ante la evidencia del talento epigramático de Onetti, los editores de estas obras completas incluyen unas páginas en las que ordenan fragmentos y aforismos del autor que llegan a componer un autorretrato y una especie de poética que no tiende desperdicio «La literatura nunca debe ser &lsquocomprometida&rsquo. Simplemente debe ser buena literatura. La mía sólo está comprometida conmigo mismo. Que no me guste que exista la pobreza es un problema aparte».Onetti fue un lector compulsivo. Sus referentes son Faulkner, Joyce, Cervantes, Hemingway, Céline. Además, fue un autor comprometido al máximo con su obra. Preguntado por si seguiría escribiendo si estuviese solo en una isla desierta, el uruguayo afirma que sí, sin lugar a dudas. Si no tuviese lápiz y papel, se dedicaría al menos a inventar historias para sí mismo. Esa pasión por la creación literaria le lleva a reflexionar sobre su trabajo con seriedad, pero sin adornos teóricos. La suya es la pasión humilde del artesano. En los ochenta escribió unas normas sobre el arte de escribir que quizá debieran colgarse en las puertas de los talleres literarios. Uno: «No busquen ser originales. El ser distinto es inevitable cuando uno no se preocupa por serlo». Dos: «No intenten deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Éste sólo se asusta cuando le amenazan el bolsillo». Tres: «No traten de complicar al lector ni buscar ni reclamar su ayuda». Cuatro: «No escriban jamás pensando en la crítica, en los amigos o parientes, en la dulce novia o esposa. Ni siquiera en el lector hipotético». Cinco: «No sacrifiquen la sinceridad a nada. Ni a la política ni al triunfo. Escribir siempre para ese otro, silencioso e implacable, que llevamos dentro y no es posible engañar».Colaborador en prensa La mayor parte de este tercer tomo de las obras completas de Juan Carlos Onetti está dedicado a la recopilación de todos sus trabajos periodísticos. Es la primera vez que se reúnen en volumen y constituirán un descubrimiento para el lector que no llegase a seguir en su día la pista del uruguayo por periódicos y semanarios.Para Onetti el periodismo fue un oficio al que había que mantener «lealtad». Él lo hizo. Sus artículos abordan temas de actualidad y, sobre todo, asuntos literarios. En ellos aparecen el &lsquoChe&rsquo Guevara y Marilyn Monroe, Mario Benedetti y Nabokov, Montevideo, México y Madrid. En la muerte de William Faulkner, Benedetti escribe un obituario en el que se sorprende de que, tras semejante suceso, el mundo siga girando con normalidad.Sus escritores españoles En su exilio madrileño Onetti mira con otros ojos la realidad española y parece sentirse cómodo en el país. Madrid le parece una ciudad tan hermosa como París, pero con mayor riqueza humana. Aunque sus opiniones no son del todo objetivas: «Todo esto lo dice quien sólo tiene motivos para dar las gracias a España, que me dio becas y el más importante de sus premios literarios». En sus años españoles también está atento a lo que escriben sus colegas peninsulares. Onetti elogia a Luis Rosales y a Umbral y a unos jóvenes llamados Julio Llamazares y Antonio Muñoz Molina. Entre los sudamericanos, dedica grandes artículos a Rulfo, Horacio Quiroga, Roa Bastos o Borges, a quien trató.Los artículos de Onetti se distinguen por su dicción, siempre alejada del barroquismo, y por una mirada suavemente escéptica. A veces, el autor se muestra combativo, especialmente en asuntos que tienen que ver con la política, aunque su tono natural tiende más a la melancolía.

No hay comentarios:
Publicar un comentario